Igual que vale con atún, se puede hacer con bonito. De hecho, seguro que queda mucho mejor, más fino y más tradicional con bonito del norte. Dicho esto, debo decir que esta es una de las recetas que aprendí de verle hacerla a mi abuela. Ponerme en la cocina a jugar en aquella mesa larguísima, o eso me parecía a mi que era muy pequeño y por lo tanto podría distorsionar el tamaño real de las cosas, y ver a mi abuela cocinar determinados platos fue suficiente para aprender cómo los hacía.
El recetario de mi abuela era bastante limitado en lo que se refiere al abanico de recetas que tenía. Pero la verdad que eran (y son) muy variadas en cuanto a la materia prima a utilizar, es decir tenía una cocina muy versátil y como todas las abuelas muy del día a adía. Aunque realmente lo que más hecho de menos de mi cocina actual, tal vez sea ese punto de sobriedad que tiene la cocina casera del día a día que os comento que tenía mi abuela. Creo que debo aprender de nuevo lo que significa comer unos simples filetes de pollo a la plancha con una guarnición de judías verdes con patatas cocidas.
Nos empeñamos, hoy en día, por no cocinar, no tenemos tiempo. Pero cuando cocinamos todo tiene que ser la mar de complicado. Que si especias, que si salsas, que si la técnica de cocina… y eso nos lleva también a que la poca cocina casera que se pueda hacer en casa estará llena de hidratos, grasas, mil sabores, mil aromas. Así que espero ir poniendo por aquí las recetas que hacía mi abuela y que a mi me encantaban. De hecho, ya puse hace unos días las torrijas de leche de mi abuela.
No tiene ningún misterio la verdad, de hecho seguro que todos más o menos lo haréis de la misma forma que como lo hago yo y que a su vez hacía mi abuela. Aunque yo creo que algo diferente lo hago, en especial el tema de partir los trozos del atún más pequeños. O lo mismo es que como yo era pequeño (volvemos al mismo caso que anteriormente) me parecían aquellos trozos como demasiado grandes.
El caso es que el tema de los trozos era algo curioso. Yo me empeño en hacer, más o menos, los trozos del mismo tamaño, pero en la cocina de mi abuela la irregularidad del tamaño de las piezas era una constante. Es decir, que en sí mismo, ese tamaño diferente era lo normal. Algo paradójico.
750 g de atún (una rodaja)
2 pimientos verdes
1 cebolla
2 dientes de ajo
400 g de tomate natural triturado (en temporada de tomates, unos buenos tomates de la Huerta de Carabaña (Madrid) <- debéis probarlos)
Harina
Aceite de Oliva Virgen Extra
Sal
Empezaremos cortando en trozos, del mismo tamaño y a poder ser pequeños, el atún. Le quitamos la piel y cortamos teniendo en cuenta que la espina está en el centro. Después los sazonamos
Después lo sazonamos con sal y lo enharinamos para freírlo brevemente, hasta que resulte de un color dorado muy suave en una sartén con aceite. Lo iremos retirando y lo pondremos sobre papel de cocina absorbente.
El fondo de la receta es el pimiento y la cebolla, que formarán parte de la salsa de tomate. Así que lo cortaremos en juliana del mismo grosor, ni muy fina ni muy gruesa. Los ajos los picamos bien y todo junto lo pochamos en una cazuela baja. Podemos añadir un poco de sal para ayudar a que la cebolla sude y se ablande antes.
Después añadiremos el atún y el tomate. Removemos bien y dejamos cocer a fuego suave unos 25 minutos. Como le hemos añadido sal antes, probaremos al final si hace falta rectificar la sal o incluso si el tomate es de temporada podremos probar la acidez y siempre que sea el caso añadir una cucharadita de azúcar.
Por último podemos servir el atún con tomate tal cual. Mi abuela lo servía así simplemente. O bien podemos hacer unas patatas fritas para acompañarlo o una ensalada al centro.
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